lunes, 12 de noviembre de 2012

La acumulación originaria de capital en El Salvador.


ALGUNOS TÉRMINOS PARA COMPRENDER LA GÉNESIS DE LA SOCIEDAD BURGUESA.
“Hemos visto cómo se convierte el dinero en capital, cómo sale de éste la plusvalía y de la plusvalía más capital. Sin embargo, la acumulación de capital presupone la plusvalía; la plusvalía, la producción capitalista, y ésta, la existencia en manos de los productores de mercancías de grandes masas de capital y fuerza de trabajo”.[1]
-Marx, Karl. El Capital.
  • Conversión del dinero en capital.
Para transformar el dinero en capital, no basta con la producción de valores y la circulación de mercancías. Antes, debe enfrentarse, de una parte, el poseedor  de valores o de dinero y, de otra, el poseedor de la sustancia creadora de valor; de un lado el poseedor de medios de producción y de vida, y de otro el hombre sin más patrimonio que su fuerza de trabajo, tratando el uno con el otro como comprador y vendedor.
Por tanto el proceso capitalista de producción, no produce solamente mercancías, no produce solamente plusvalía, sino que produce y reproduce el mismo régimen del capital, de una parte al capitalista y de otra al obrero asalariado[2].
El capítulo III del Capital de Marx; nos recuerda que para convertir el dinero en capital, el poseedor del dinero tiene que encontrarse en el mercado entre las mercancías, con el obrero libre; libre en doble sentido, de una parte  ha de poder disponer libremente de su fuerza de trabajo como  de su propia mercancía, y de otra parte no ha de disponer de otra mercancía mas que ofrecer en venta[3].
  • La plusvalía engendra nuevo capital.
Como los capitalistas reconocen que no pueden aumentar extensiva o intensivamente la explotación de los obreros que ya trabajan, es forzoso incorporar a la producción fuerzas de trabajo adicionales, surge la necesidad de reproducir a la clase obrera, como una clase supeditada al salario, y al incorporar las fuerzas de trabajo supletorias de la clase obrera a los medios de producción existentes y adicionales, con esto se está operando la conversión de la plusvalía en capital. Es decir volver la acumulación de capital un en una reproducción progresiva del capital[4]. Porque, ¿qué es el capital? Plusvalía capitalizada.
  • La acumulación de capital presupone la plusvalía.
La inversión de la plusvalía como capital o la reversión a capital de la plusvalía, no es más que la acumulación de capital.[5]
Para acumular es forzoso convertir en capital una parte del trabajo excedente; si, dado que  la plusvalía sólo es susceptible de transformarse en capital, porque el producto excedente  -cuyo valor representa aquella- encierra ya los elementos materiales de un nuevo capital, ósea la plusvalía deberá invertirse en crear medios de producción y de vida adicionales, rebasando la cantidad necesaria para reponer el capital desembolsado[6].
La acumulación de capital puede variar según la distribución de la plusvalía en capital y renta; por tanto la acumulación de capital supone un aumento del proletariado[7].
El capital consiste en un primer momento en convertir una suma de dinero en medios de producción y fuerza de trabajo [en el mercado], luego los medios de producción se convierten en mercancías cuyo valor excede el valor de sus partes integrantes; el capital primitivamente desembolsado más una cierta plusvalía; mercancías que han de ser vendidas realizando su valor en dinero, para convertir este dinero en nuevo capital, sucesivamente sin interrupción[8].

  • La plusvalía presupone la supeditación del trabajador y la supeditación del trabajador presupone la producción capitalista.
Recordemos que para la producción de plusvalía absoluta basta con la supeditación formal del trabajo al capital, es decir que el artesano, trabajadores independientes ahora trabajen como obreros asalariados bajo el control de un capitalista.
A medida que el régimen capitalista de producción se adueña de la rama completa de producción y de todas las restantes, se sustituye la supeditación formal del trabajo al capital, por la supeditación real del obrero al capitalista con la producción de plusvalía relativa, [ésta supone un régimen de producción específicamente capitalista].[9]  Supeditación real que se da cuando el proletariado está completamente despojado de sus propiedades y hecho “libre” de  propiedad y de elegir para quién trabajar.
No es libre de dejar de trabajar, pues su supeditación (sometimiento es real, en todo el sentido de la expresión); le obliga a vender su fuerza de trabajo todos los días de su vida útil, para poder sobrevivir. Esto se da porque todas las industrias, sectores y esferas de producción (es decir toda la producción) son acaparadas por los capitalistas, de modo que ya nadie puede valerse por sí mismo, sólo puede sobrevivir siendo asalariado produciendo para un capitalista.
  • La producción capitalista presupone la existencia en manos de los productores grandes masas  de capital y fuerza de trabajo.
La ley del cambio de mercancías, en la que el capitalista compra la fuerza de trabajo del obrero, incluso por su valor real, en estas condiciones, la ley de apropiación o ley de propiedad privada, ley que descansa en la producción y circulación de mercancías, se trueca, por su misma dialéctica interna e inexorable, en lo contrario de lo que es. El cambio de equivalente que parecía ser la operación originaria, se tergiversa de tal modo que el cambio sólo es aparente, puesto que de un lado la parte del capital que se cambia por la fuerza de trabajo no es más que una parte del producto del trabajo ajeno apropiado sin equivalente, y, de otro lado su productor el obrero no se limita a reponerlo, sino que tiene que reponerlo con un superávit.[10]
Mortalizando a Marx; la producción capitalista es aquella que esta dirigida por un capitalista y que es propiedad de un capitalista.
La producción entonces es propiedad del capitalista, porque él compró en el mercado, los insumos, las materias primas y auxiliares, la maquinaria, las instalaciones, etc., y la fuerza de trabajo (mano de obra) necesarias para generar la producción. Y dicha producción lleva un solo fin, maximizar ganancias; cosa que sólo puede suceder en la medida en que se genere la mayor  plusvalía (trabajo excedente que se apropia el capitalista) posible. Y la única mercancía fuente de plusvalía es la fuerza de trabajo humana. Por eso es necesario que para la producción sea capitalista, haya concentración en pocas manos grandes cantidades de capital y fuerza de trabajo.
  • La concentración en pocas manos grandes masas de capital y fuerza de trabajo presupone una acumulación originaria.
Situándonos hasta aquí, es evidente que el capitalista entro  en posesión del dinero, por virtud de una cierta acumulación originaria, independiente de la apropiación de trabajo ajeno no retribuido, pudiendo gracias a ello acudir al mercado como comprador de la fuerza de trabajo[11] por primera vez.
Es decir  este proceso que parece moverse dentro de un círculo vicioso, del que –efectivamente- sólo podemos salir  dando por supuesta una acumulación originaria , acumulación que es el punto  de partida  del régimen capitalista de producción.[12].
De la época feudal donde abundaban los productores independientes y la mayoría de la población tenia acceso a tierras herramientas y podían producir sus alimentos sus manufacturas, se debió dar lugar a una sociedad dónde la producción de todo, o casi todo fuera derecho exclusivo de la clase capitalista.
Si para que una clase ostente la condición de ser dueña de todo producido, es necesario que dicha clase tenga una gran cantidad de capital, (dinero-mercancías- maquinaria y empleados) acumulada. ¿Cómo puede esa clase acumular tanto capital?
Sencillo, expropiando bajo cualquier método las posesiones de la población, imposibilitándolos de que puedan producir para sí mismos, y al mismo tiempo que los expropia les crea la necesidad de que trabajen para ellos, produciendo mercancías que serán propiedad del que los contrató.
Ante la acumulación de capital, vía expropiación en un frente aumenta la demanda de trabajo (de los expropiadores), y del otro la oferta de obreros que al dejarlos “libres” o “disponibles” de toda propiedad[13].
El proceso que engendra al capitalismo sólo puede ser uno: el proceso de disociación (separación) entre el obrero y la propiedad sobre las condiciones de su trabajo, proceso que de una parte convierte en capital los medios sociales de vida y de producción, mientras de otra parte convierte a los productores directos en obreros asalariados. La acumulación originaria es el proceso histórico de disociación entre el productor y los medios de producción[14].
La Acumulación originaria en El Salvador.
  • Independencia.
Qué, puede esperarle a una nación como El Salvador que se forma en un pequeño territorio con 250000 habitantes y una clase profesional de 4 abogados, 4 médicos, 12 cirujanos y 7 boticarios, totalmente vinculado a la producción de añil.[15]
Los “próceres” que declararon la independencia eran grandes terratenientes, ligados a los intereses añileros, a los cuales les resultaba una verdadera necesidad económica (industrial y comercial) la independencia siempre y cuando quedara incólume el sistema clasista de explotación[16].
LA INEPENDENCIA NO VINO DEL PUEBLO: “…Que siendo la independencia del Gobierno Español la voluntad general del pueblo de Guatemala y sin prejuicio de lo que se determine sobre ella en el congreso que debe formarse, el señor jefe político la mande publicar para prevenir las consecuencias que serían temibles en el caso que la proclamase de hecho el mismo pueblo”.[17]
Los grandes productores de añil  jugaron el papel más importante, pues querían tener la independencia económica de los comerciantes guatemaltecos. El primer grito de Independencia tuvo lugar en San Salvador y la participación de los salvadoreños en tal proceso político y “no lucha” fue muy importante, ante los conservadores guatemaltecos que no querían la independencia[18], porque se beneficiaban de la disposición que tenían sobre las rutas de comercio aprovechándose y ganando más que los mismos productores que eran salvadoreños.
La independencia fue un asunto privado, la “declaración de real de independencia política en 1821 causo muy poco impacto inmediato en la tierra de El Salvador, y el documento de la declaración que había redactado una pequeña minoría era a la vez incomprensible e irrelevante para la mayoría de los habitantes.
En el momento de la independencia había en el país como 400 haciendas de una medida de 1,000 acres,  en la tercera parte del territorio nacional, no hubo cambios con la independencia porque la oligarquía de plantadores y comerciantes  dirigía el uso de los recursos nacionales para sus propios fines[19].
  • Expropiación.
La propiedad desde el punto de vista capitalista se convierte en el derecho de apropiarse trabajo ajeno no retribuido[20]. -Es decir derecho de apropiarse sin equivalente del trabajo de otro-.
Las condiciones de libre comercio que siguieron a la independencia política, la producción de añil se encontró aún más a merced de las oscilaciones del mercado mundial, al mismo tiempo que aumentaba la competencia del añil asiático aunado a que los productos químicos mostraron su valor como sustitutos baratos y seguros de los colorantes naturales, el añil se convirtió en un producto invendible[21].
Rafael Menjívar nos dice que el año 1864  es relacionado con la expansión del café en su camino para convertirse en el eje de la matriz agroexportadora, a partir de tal momento es posible detectar la descomposición de una estructura económica determinada por la producción añilera.
1864 se comienza el desmontaje de la estructura económica en base al añil, la expropiación de la tierra al trabajador directo hasta convertirle en trabajador “libre”, integrante del ejercito de reserva más amplio y flexible de toda Centroamérica[22].
Desmontar las formas precapitalistas, tenía como obstáculo el 40% del territorio nacional que eran tierras ejidales y comunales[23]. Tierras que dentro del proceso de acumulación originaria formarían parte del capital constante (c) y de las que serían separados los productores directos para integrar el mercado de trabajo[24].
Precisamente la posesión que los campesinos y los pueblos originarios tenían sobre los ejidos y tierras comunales era el principal obstáculo para que la clase dominante de “añileros” se volviera capitalista, pues para convertirse en grandes cafetaleros necesitaban tener la tierra en sus manos y no en la de la población.
En 1847 se emitió un decreto que fomentaba el cultivo del café exonerando de impuestos y otorgando árboles; para 1870 el Estado había vendido la mayoría de terrenos baldíos, y se derogó la ley que normaba la creación de ejidos nuevos[25].
Todo cambio ofrece resistencia, y cuando los indígenas mayoritariamente de Izalco se percataron que atentaban contra sus derechos con la venta de un terreno ejidal en Marzo de 1875 varios pobladores y sacerdotes unieron sus fuerzas en San Miguel entre 3 o 4000 sublevados robaron quemaron y devastaron, el gobernador militar de San Miguel fue castrado y asesinado, pero su lucha no tenía esperanza, ni la Iglesia ni las comunidades indígenas estaban en capacidad de pelear contra una élite deseosa de incrementar su riqueza y fe inquebrantable en el mercado libre[26].
Sobre ejidos y tierras comunales “… su existencia contraria los principios económicos y sociales que la República ha adoptad.”; al mismo tiempo que la élite se apropiaba de las tierras, se liberaba mano de obra para trabajar en las fincas de café, fue tanto el impacto que destacados autores difieren en cuanto si se afectó el 25% o 40% del territorio nacional con éstos decretos, sin duda algo significante[27].
En 1880 el Gobierno salvadoreño señalo la imperiosa necesidad de convertir las tierras en propiedad privada: “Considerando que la división de los terrenos –ejidales y comunales-impiden el desarrollo del capitalismo, y la agricultura de subsistencia, entorpece la circulación de la riqueza…:” dando paso a los decretos de 1881 “ley de extinción de comunidades” y 1882 “Ley de extinción de Ejidos” [28]
Primero en 1881 se emitió el decreto de extinción de comunidades, la aplicación de ésta ley vino a fundirse con la Ley de extinción de ejidos, emitida en Mazo de 1882, era evidente la necesidad de tierra que se integre al capital de la actividad cafetalera y la necesidad de una mano de obra “libre”.
La característica principal que toda acumulación originaria de capital, ha tenido es que mientras expropia o mientras acumula capital expropiando libera la mano de obra que reproducirá el capital expropiado, dando vida y reproduciendo al modo de producción capitalista.
Entre un 50 y 60% de la población estaba ocupada en ejidos y tierras comunales, a menos de un mes de haber decretado la privatización de tierras, se decretó  la “ley de jornaleros y creación de jueces de agricultura” ley contra la vagancia, para controlar la mano de obra, condiciones represivas para que a la elite cafetalera  no le faltase la mano de obra que requería[29].
Luego de la expropiación legal, porque fue bajo decretos legislativos y figuras legales; que la clase dominante “privatizo” la tierra; y con argumentos liberales, propios de la época; vino la ola de represión, contra las personas expropiadas. También hecha sistemáticamente mediante leyes: contra la vagancia y de jornaleros; se creó el código de agricultura, jueces agrarios, etc., que obligaban a los campesinos expropiados a trabajar en las fincas de café, se crearon cuerpos represivos como la policía de Hacienda y se impulsaron medidas tendientes a privilegiar la naciente elite cafetalera.
La necesidad de leyes y cuerpos represivos también se vuelven importantes en la acumulación originaria pues la supeditación formal primero y la real inmediata; sólo se logra y se perpetua baja la fuerza.
Porque ¿qué es el derecho?   “… Vuestro derecho no es más que la voluntad de vuestra clase erigida en ley; voluntad cuyo contenido está determinado por las condiciones materiales de existencia de vuestra clase”[30]
La acumulación originaria atrajo al país a toda una gama de extranjeros con dinero para poder invertir en el cultivo de café; desde nuestra independencia política fueron los descendientes de los españoles, quienes secuestraron el gobierno; así lo señala un estudio de Eduardo Colindres, que analizó para 1972 el 21% de las propiedades de tierra de mil hectáreas eran propiedad de descendientes de inmigrantes.[31]
Se pueden mencionar nombres de extranjeros con dinero que formar parte de la élite gobernante y cafetalera como Robert Parker, comerciante inglés que desde 1826 influía sobre el gobierno como consultor; de Maurice Duke; súbdito británico nacido en Jamaica que vino en 1864, fue nombrado cónsul de Estados Unidos; se hizo de acciones de los muelles de Acajutla y La Libertad, su hijo Rodolfo fue uno de los fundadores del Banco Agrícola Comercial y su hija se casó con un Girola; la familia Álvarez que vinieron de Colombia (venir a El Salvador fue lo mejor que les pudo pasar pues ya estaban en el negocio del café); el judío sefardí Herbert de Sola nacido en Cuaracao vino en 1885, etc.,  personas con dinero que vinieron ha convertirse en propietarios y dirigentes de un país cuyo pueblo expropiado y explotado nunca tuvo (y no tiene) el poder de auto determinarse.
A finales del siglo XIX, tras la acumulación originaria; los que concentraron la producción de café para exportación era una élite pequeña: mayormente blanca, de los blancos los descendientes de los españoles eran el 8% y constituían “la clase exclusiva que ostentaba cargos públicos y promulgaba leyes”[32]
El nuevo siglo arrancó bajo el signo del café…, después de la crisis de 1898, no quedaban dudas: ellos se habían instalado de manera permanente, sus interese se convirtieron en la ley[33].   Pero el pecado original llega a todas partes. Al desarrollarse el régimen capitalista de producción, al desarrollarse la acumulación y la riqueza…[34]
Lo importante de conocer la historia es identificar quiénes y cómo nos predestinan a ser sólo los designados de la historia para reproducir el capital a costa de nuestras vidas.
Por Héctor Ezequiel Méndez.

[1]Marx, Karl. El Capital. Tomo I. FCE. Pág. 607.
[2]Ibíd. Pág. 487.
[3] Ibíd. Pág. 122.
[4] Ibíd. Pág. 490.
[5] Ibíd. Pág. 488.
[6] Ibíd. Pág. 489.
[7] Ibíd. Pág. 518.
[8] Ibíd. Pág. 474.
[9] Ibíd. Pág. 427.
[10] Ibíd. Pág. 492.
[11] Ibíd. Pág. 478.
[12] Ibíd. Pág.607.
[13] Ibíd. Pág. 542.
[14] Ibíd. Pág.608.
[15]Lindo-Fuentes, Héctor. La economía de El Salvador en el s. XIX. CONCULTURA (2006). Pág.9
[16]Dalton Roque. El Salvador (Monografía). Editorial universitaria (2004). Pág.41.
[17] Fragmento del acta de independencia, ver en: Dalton, Roque.(Monografía). Óp. cit. pp.47.
[18].Colindres, Eduardo. Fundamentos económicos de la burguesía Salvadoreña. UCA EDITORES (1977). Pág.24.
[19]Ibíd. Pág. 24.
[20] Marx, Karl. Óp. cit. pág.492.
[21]Browling, David. El Salvador, la tierra y el hombre. 4ta. Edición CONCULTURA (2006). Pág. 262.
[22] Menjívar Larín, Rafael. Acumulación originaria y desarrollo del capitalismo en El Salvador. Editorial Abril uno (2005). Pág.63.
[23]Ejido: tierras que se asignaban a las municipalidades. Tierra comunal: las que reservaban para las comunidades indígenas.  La naturaleza del asentamiento español y la reorganización agrícola y social estimulaba la aplicación fortuita e intercambiable de ambos términos.
[24] Menjívar, Rafael. Óp. cit. Pág.75.
[25]Lindo-Fuentes, Héctor. Óp. Cit. Pág.155.
[26] Ibíd. Pág. 226-227.
[27] Ver pie de página 79, de Menjívar Larín, Rafael.Óp. Cit. Pág.75.
[28] Menjívar, Rafael. Óp. cit. Pág.79-80.
[29] Ibíd. Pág.119.
[30]Marx, Karl. Manifiesto del partido comunista. ED. Pág.21.
[31]Lindo-Fuentes, Héctor. Óp. Cit. Pág.296.
[32]Ibíd. Pág.255.
[33] Ibíd. Pág. 257.
[34]Marx, Karl. El Capital. Op. Cit. Pág. 500.

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