miércoles, 7 de marzo de 2012

Saludo de la Secretaria General del CC del KKE, Al. Papariga, en el encuentro con representantes del Congreso de la Federación Sindical Mundial

 Aleka Papariga: Se necesita un movimiento obrero que luche por el cambio de la
correlación de fuerzas y el derrocamiento del poder de los monopolios.
El día 7 de abril, los más de 800 delegados del 16º Congreso de la Federación
Sindical Mundial (FSM), que se lleva a cabo estos días en Atenas, visitaron la sede del
CC del KKE.

Un gran evento internacionalista se celebró en el aula de congresos del CC del
KKE que fue sacudida por los sonidos de las canciones obreras revolucionarias de
todo el mundo.

La Secretaria General del CC del KKE se dirigió a los delegados y dijo entre otras
cosas que: “Consideramos que en condiciones de crisis, tanto el Partido Comunista
como el movimiento obrero sindical deben llevar a cabo una lucha muy compleja. Por
un lado, deben crear focos y condiciones de agrupación en base a los problemas cotidianos agudizados por la crisis a fin de atraer a la acción a amplias masas obreras, sobre todo jóvenes que son relativamente inmaduros a nivel político y se han educado
en condiciones de retroceso del movimiento obrero revolucionario mundial, y al mismo
tiempo reunir todos estos frentes según centro de trabajo y sector en un movimiento
unificado que luche por el cambio de la correlación de fuerzas, el derrocamiento
del poder de los monopolios, hacia la perspectiva del socialismo.”


El texto completo del saludo de Aleka Papariga a los delegados extranjeros:
“Con gran placer les damos la bienvenida a la sede del CC del KKE. Estamos esperando
las decisiones finales de su Congreso con gran interés y expectativas, en un
período en que los pueblos necesitan un apoyo firme, sólido e inquebrantable, una
fuerza de inspiración y confianza en sí mismos en su lucha difícil y ardua.
La crisis económica capitalista está en pleno desarrollo. Como suele ocurrir, ha
empezado en un país -y en este caso concreto en los EE.UU.- y a continuación ha ido
golpeando muchos países de la UE y otros.

Varios institutos científicos del imperialismo y los analistas más serios han señalado
que cuando venga la recuperación, sucesivamente en un país tras otro será acompañada
por alto y creciente desempleo e inflación. Nosotros añadimos algo que se reconoce
tácitamente, que el antagonismo interimperialista en condiciones de liberaliza ción del movimiento de capitales, es posible que traiga significativos cambios en la pirámide
imperialista, que abarcarán los niveles medios y tal vez los inferiores. Así pues,
tanto en el período de crisis como en el de recuperación, en varios países se producirá
inestabilidad política y graves conflictos militares sobre el nuevo reparto del botín.

La guerra contra Libia es un síntoma característico y por cierto no es el último
puesto que en varios países árabes se notan desarrollos similares mientras que África
se está convirtiendo en un campo importante de antagonismos interimperialistas.
Según nuestra opinión, hoy en día inevitablemente la especificación de la estrategia
y de la táctica del movimiento obrero es una prioridad para que pueda soportar
la presión en período crisis, pasar a la fase de contraataque, garantizar un paso importante hacia delante, un salto pequeño o grande para que se revierta la correlación
de fuerzas negativa que se ha desarrollado durante los últimos 20 años.

Nosotros como partido hablamos de especificación porque al estallar la crisis nos
encontramos ideológica y políticamente preparados, con un nuevo programa y una
estrategia elaborada en base a las condiciones contemporáneas y con amplios lazos
con la clase obrera y las capas populares pobres del país.

Lo que según nuestra opinión nos ha ayudado para estar mejor preparados son
nuestras elaboraciones acerca del desarrollo del capitalismo griego en condiciones
de incorporación en la UE, la política de alianzas que hemos elaborado que se basa
en la estructura social y de clases del país, así como los estudios que hemos llevado
a cabo durante los últimos 18 años para sacar conclusiones científicas sobre la construcción socialista en el siglo XX y las causas de la victoria de la contrarrevolución, en particular las causas internas que tienen que ver principalmente con el partido.
Consideramos que en condiciones de crisis, tanto el Partido Comunista como el
movimiento obrero sindical deben llevar a cabo una lucha muy compleja. Por un lado,
deben crear focos y condiciones de agrupación en base a los problemas cotidianos
agudizados por la crisis a fin de atraer a la acción a amplias masas obreras, sobre
todo jóvenes que son relativamente inmaduros y se han educado en condiciones de
retroceso del movimiento obrero revolucionario mundial, y al mismo tiempo reunir
los frentes según centro de trabajo y sector en un movimiento unificado que luche
por dar un vuelco a la correlación de fuerzas, el derrocamiento del poder de los monopolios,hacia la perspectiva del socialismo.

Por supuesto no es una tarea fácil porque en condiciones de crisis el radicalismo
que puede desarrollarse se enfrenta no sólo a la violencia estatal y la intimidación
ideológica sino también a la difusión sistemática de puntos de vista reformistas y
oportunistas que crean confusión a la conciencia, llevan al debilitamiento, a la frag mentación y la asimilación.

Sin embargo, la única opción es la estrategia de ruptura y derrocamiento.
Lo que es evidente hoy en día y constituye un elemento relativamente nuevo es
que el sistema capitalista a nivel nacional, regional e internacional tiene un margen
de maniobras muy estrecho en cuanto a la gestión de la crisis en comparación con el
pasado lo cual se debe a los antagonismos, a la mayor anarquía en las condiciones de
liberalización del movimiento de capitales, al incremento de los centros imperialistas
que demandan un nuevo reparto de los mercados etc.

Los límites históricos del sistema capitalista se han hecho más evidentes hoy que
durante la crisis de 1922-23 o incluso durante la década de los 70.
Las luchas que se limitan a demandas parciales, cuyo objetivo es mitigar las consecuencias, no traen resultados; los gobiernos muestran resistencia, se arriesgan,
pero no pueden hacer las concesiones que hacían en el pasado.

Esto no significa que ponemos límites de antemano en la lucha de clases. Sin
embargo, la realidad ha demostrado que un movimiento puede cansarse fácilmente,
asimilarse y quebrantarse cuando limita estratégicamente su lucha en demandas defensivas, en un período en que se eliminan logros conquistados o cedidos. De este
modo el movimiento sindical está en peligro de ser despreciado y desacreditado, de
perder su carácter reivindicatorio y degenerarse completamente, como ha sucedido
lamentablemente en los EE.UU. Existe el riesgo de su plena asimilación y desarme tal
como ha sucedido en varios países europeos. La cuestión del poder político a favor
de la clase obrera y de sus aliados debe plantearse al movimiento obrero no como
una consigna y de manera voluntarista sino de modo planificado tomando en cuenta
la experiencia de las masas. Es cierto que la clase obrera, la mayor parte posible,
debe convencerse de su propia experiencia. Sin embargo, para transformar esta experiencia en madurez política hace falta tener estrategia y táctica revolucionarias correctas.

Si no, la experiencia de las masas se formará en base no sólo a sus problemas
sino también a la basura ideológica de la ideología burguesa, del reformismo y
del oportunismo. El sistema capitalista no se puede reformar o modernizar a favor de
los trabajadores. Ninguna versión alternativa de gestión del sistema no puede eliminar
la barbarie de la explotación de clase. El sistema capitalista tiene varias reservas
para formar gobiernos de alianzas con fuerzas reformistas y oportunistas, con formaciones ecologistas pero esto no cambia el hecho que el pueblo se enfrenta a un gobierno burgués que apoya el sistema capitalista de modo firme y constante.
Un asunto de suma importancia es la postura del movimiento comunista y obrero
ante la guerra imperialista y cualquier forma de intervención.

Hoy en día sigue siendo plenamente vigente la distinción de guerras en justas e
injustas. No es cuestión de elegir. Es un asunto objetivo porque el imperialismo y la
guerra son absolutamente compatibles.

Nosotros, desde el primer momento, hemos dicho NO a la guerra imperialista en
los Balcanes, en el Oriente Medio, en África, en Asia, independientemente de nuestra
oposición a los regímenes y gobiernos en cada país. El No a la guerra en Irak no significaba tolerancia a Saddam, ni el NO a la guerra en Libia significaba tolerancia y apoyo a Gaddafi.

En cada país, el pueblo tiene la primera responsabilidad, encabezado por la clase
obrera, de imponer el cambio en la correlación de fuerzas y dar una solución radical
sin protección e intervención imperialista. La necesidad de solidaridad obrera internacionalista unida y activa hacia los pueblos que sufren es otra cosa.
Somos de la opinión que la amplia iluminación de los pueblos debe realizarse de
modo más abierto y audaz, que se necesitan acciones prácticas para fortalecer la posiciónde que ningún pueblo debe alinearse con la burguesía de su país en el antagonismo interimperialista en su intento de lograr parte del botín que deriva de la explotación clasista y de la represión imperialista.

La guerra imperialista tiene un carácter objetivo. Con la actual correlación de fuerzas
es difícil evitarlo, sin embargo esto no significa que no debe haber un esfuerzo sistemático del pueblo para detenerlo. Es posible tener resultados en algún lugar, incluso en las condiciones actuales. Sin embargo, objetivamente, cuando se estalla una guerra imperialista se plantea la cuestión tanto al movimiento comunista como al movimiento obrero sindical, en la medida en que ha mantenido o que ha desarrollado una orientación de clase, de transformar la lucha contra la ocupación o la participación en la guerra en una lucha por el poder, en la medida que han surgido las condiciones previas para la transición inmediata al socialismo. En cualquier caso, el movimiento contra la guerra no puede limitarse en una lucha humanitaria o más aún en una lucha que temporalmente deja de lado la lucha de clases para poner fin a la guerra. Se ha demostrado desde hace tiempo que frente al levantamiento popular la burguesía prefiere la protección política
de su aliado imperialista y la cooperación con el agresor en lugar de salvaguardar la integridad y los derechos soberanos de su país.

Creemos que es nuestra obligación luchar con los que comparten los principios
de la lucha de clases, especialmente con los comunistas elegidos en los órganos de
la FSM y de los sindicatos, para contribuir en el fortalecimiento de la organización a
través de nuevas organizaciones-miembros, en nuevos países, para que se convierta
en una fuerza global de lucha y esperanza.”


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