lunes, 23 de abril de 2012

¿Qué está a la orden del día en América Latina?

Diego Torres, Segundo Secretario del Comité Central del PCM
28.Mar.12

Queridos camaradas,
Para nosotros es un gran honor el celebrar con nuestros hermanos de clase los 90 años de existencia del Partido Comunista Brasileño y en ese marco participar en el Seminario Internacional: Crisis del Capitalismo. La ofensiva imperialista y la lucha por el socialismo.

 
La crisis se profundiza

El contexto general sin ninguna duda sigue siendo el desenvolvimiento de la crisis de sobreacumulación y su agravamiento. En los últimos meses hemos atestiguado con la mayor claridad dos de sus síntomas más graves. El hundimiento social, que se puede apreciar mejor que en ningún lugar en Europa, especialmente en Grecia, España, Irlanda, la región del Báltico, etc. Y en las crecientes tensiones bélicas entre los centros imperialistas, sobre todo en la región del Medio Oriente, más específicamente en la peligrosa pugna por el control de los flujos de gas que comienza a librarse sobre el terreno de Siria-Irán.

En nuestra región ya más de una vez durante los últimos dos años se han echado al vuelo felices datos para negar el agravamiento de la crisis por parte de agencias estadísticas gubernamentales, círculos académicos y medios de comunicación. Estos datos se refieren a brevísimos periodos (de un mes a tres meses, a periodos aislados del 2010 o de principios del 2011 dependiendo del país) durante los cuales parecen repuntar los índices de producción industrial, aumentar los registros de empleo, el salario nominal, disminuir la inflación, etc. Con lo anterior se llega a exclamar imprudentemente el “fin de la crisis”, el “carácter exclusivamente foráneo de la crisis”, el “blindaje anti crisis” y otras expresiones semejantes con el objetivo de confundir sobre la verdadera magnitud y sentido de lo que vivimos. Estas expresiones directamente apoyan la noción de que lo que se debe empujar es una gestión alternativa en los marcos del capitalismo.


Ya por separado en análisis anteriores, y de manera conjunta en los artículos de la primera edición de la Revista Comunista Internacional una serie de Partidos Comunistas hemos abordado la naturaleza de la crisis, rechazando las visiones que lo reducen a un problema de gestión neoliberal, y alertado a nuestra clase sobre su carácter de crisis general del modo de producción y su previsible larga duración. En torno a los felices datos que se manejan para América Latina habría que clarificar un par de cosas.

En primer lugar los datos que se esgrimieron para el breve periodo no demuestran por sí solos que se haya remontado la debacle del primer impacto de la crisis antes de volver a encontrar a mediados del año pasado datos de recesión (en el caso de Brasil la economía paró de crecer entre Julio y Septiembre del 2011, y hablamos de uno de los países que evitó durante mayor tiempo este fenómeno). En las remesas, el estancamiento del 2010 y el “crecimiento” del 6% durante el 2011 no remontan el desplome del 16% con relación a 2008-2009, y los datos tempranos para el 2012 no son de mejora. En cuanto al PIB, el aumento promedio del 5.9% del 2010 no remonta el peor desempeño de los últimos 70 años con relación al bienio anterior y se esfuma por completo al encontrar de nuevo síntomas de recesión. Éste es el comportamiento de la crisis capitalista, se pueden dar breves periodos de una débil recuperación antes de que la curva vuelva a invertirse con mayor profundidad. Si me permiten la expresión, esta oscilación negativa nos arrastra a los obreros y a las capas oprimidas a una miseria todavía más miserable.

En segundo lugar en medio de la crisis lo que buscan los monopolios es una salida a sus capitales estancados, en todo el mundo se buscan mercados, mercancías, acciones bursátiles, sectores económicos, etc., que le permitan la posibilidad de transformar su dinero en capital activo, de absorber ganancias mientras se espera la ruina de la competencia. Todos los mecanismos a la mano fueron utilizados en este periodo en nuestra región, transferencia de reservas, fusiones y adquisiciones de empresas, flujos de IED, empréstitos, prestamos de “ayuda financiera”, “rescates” de empresas, etc.

América Latina y el Caribe fue la región donde más creció la IED en 2010 (15-25%), a costa de los países industrializados donde la IED registró una retrogresión (-1%). Todo lo cual explica el débil repunte de hace dos años – insisto en su debilidad, en el caso de México serían necesarios otros dos años de este insostenible flujo para igualar el registro de inversiones recibidas antes del 2009. Estos capitales se transforman en nuevas plantas, sucursales, unidades de producción, et. De manera correlacionada la región experimentó un incremento en las manufacturas del 13% mientras que en el mismo periodo las economías desarrolladas experimentaron un 8% de incremento. Pero al mismo tiempo esto solo prepara el terreno para una segunda y más profunda fase de la crisis. Las inversiones se dirigieron en América del Sur preferentemente a los recursos naturales (43% del flujo de IED a la región, en la zona que es responsable del 31% de la producción mundial de biocombustibles, del 48% de la soya, 47% del cobre y 31% de la carne) mientras que en México, América Central y el Caribe a las manufacturas (54%, en el caso de México se dirigieron en mayor medida a los sectores aeroespaciales, agroalimentarios, automotrices, de dispositivos médicos, eléctrico, electrónico, energía, en ese orden de magnitud), en ambos casos con fines de abastecer al mercado internacional.

Es decir, este flujo reforzó el rol que tienen asignados estos países en la división internacional del mercado, reforzó la interdependencia de estas economías tanto con respecto a las economías de donde se transfiere el capital como donde se realiza, se consume, el producto de estas inversiones. Como se ve, el capital se enreda, redirige capitales desde los principales centros de concentración y manufactura a nuestros países, sin embargo esto es una salida temporal pues la muy próxima debacle en la región sobrevendrá en cuanto esta nueva producción se enfrente con la baja en la demanda en los mercados de Europa y de Asia.

En tercer lugar, estas transferencias de capital no son fortuitas. Los capitalistas se guían por la ley absoluta de la máxima ganancia. Decir que había condiciones atractivas significa que en nuestra región se han tomado medidas para transferir los costos de la crisis a los trabajadores. Para nosotros no puede constituir motivo de alegría que los capitalistas de Brasil mantengan sus ganancias en biocombustibles cuando esto se relaciona directamente con la elevación del precio de los alimentos, que se traduce en 53 millones de seres humanos en nuestra región sin acceso al nivel de proteínas mínimo, que se traduce en que los pobres tienen que destinar el 70% de su presupuesto solo en alimentos, que se traduce en un incremento terrible de la desnutrición infantil por dietas sin hidratos de carbono, etc. En México no puede resultar agradable el atraer los capitales cuando esto significa el sacrificio en masa de los salarios, que la aplastante mayoría de los jóvenes no conozcamos “en vivo” lo que son las prestaciones laborales.

Todo lo anterior es para decir que, bueno, en América Latina, pese a los maquillajes estadísticos, no hemos visto aún lo último de la crisis capitalista. Y que entonces se levantan ante nosotros cuestiones estratégicas fundamentales.

La cuestión fundamental

No es un problema de táctica, sino de estrategia. De definir, no las maniobras y el eslabonamiento de las luchas que espontáneamente se nos plantean, sino de en qué dirección debe dirigirse el golpe principal de nuestra clase, a qué orientación ha de subordinarse la actuación de nuestros Partidos en el actual periodo.

En América Latina esto se relaciona con saber ubicar al enemigo, a la burguesía. Esto lo decimos porque desde hace décadas parece que hay un anquilosamiento teórico en cuanto a la lectura de que existen dos secciones de la burguesía. Una burguesía pro-imperialista, rentista, reaccionaria, etc., a la cual se le opone una burguesía nacional, progresista, etc.

Sobre esto hemos estudiado con mucha atención las teorizaciones sobre el llamado “giro progresista” en América Latina, sobre todo los casos paradigmáticos de Lucio Gutiérrez o Lula en Brasil. En estas gestiones del capitalismo, que se promueven como “alternativas”, por un lado se movilizan recursos que estimulan las ganancias de las empresas con asiento en el país mientras una serie de concesiones son entregadas la clase obrera bajo chantaje de disolución y sometimiento de sus organizaciones de clase. El resultado de esta gestión es que, una vez cumplida su misión, la clase obrera se encuentra sin organización independiente frente a una burguesía muy fortalecida en un escenario donde la deuda pública a tope se traduce en el recorte inmediato de todas las “concesiones”.

Buscando romper con lo anterior, hay compañeros que plantean admitir una coalición con tales gobiernos como expresiones de la burguesía nacional, como una etapa de “liberación nacional”, de confrontación anti-colonial contra el imperialismo norteamericano. Pediríamos a nuestros compañeros que seriamente reflexionen sobre eso a la luz de nuestras herramientas científicas. ¿Acaso el imperialismo se reduce a uno solo de sus centros, los Estados Unidos? ¿De verdad existe como una capa sólida una sección de la burguesía, con intereses separados del imperialismo? ¿No es más bien esto un fenómeno que correspondía con la época en la que se conservaban rasgos del mercantilismo? Época que teóricamente podría “estirarse” hasta las primeras décadas del siglo pasado para América Latina.

No solo habría que revisar los datos y los fenómenos para constatar que se justifica su planteamiento, sino que habría que ver cuáles son los límites de tales aproximaciones planteadas como táctica. La totalidad de los procesos de liberación nacional en África, Asia y América que no relacionaron íntimamente la cuestión de la toma del poder por la clase obrera devinieron en instrumentos del poder burgués que a la vuelta de las décadas, con su desarrollo, se alinearon con uno u otro centro imperialista. Eso nos lleva a reflexionar que o bien hay Poder burgués o bien hay Poder obrero, que aquí no existen más que los polos sin intermedios y que la cuestión de la dualidad del poder se corresponde con muy breves momentos revolucionarios, no a una estrategia sostenida.

En cierto grado, excepciones en el llamado “giro progresista” son el caso Bolivariano de Venezuela, Bolivia y Ecuador que constituyen escenarios factibles de intervención, donde las fuerzas clasistas pueden organizarse y prepararse para un futuro choque decisivo con la burguesía. Pero lo mismo que nosotros, el enemigo interviene ahí, y en condiciones más ventajosas pues la naturaleza clasista del Estado no se ha alterado. Estos escenarios de intervención están sujetos a presiones y correlación, como innegablemente se ve en el caso de los camaradas de las FARC detenidos en Venezuela por presiones de Colombia, la UE y los EEUU.

México definitivamente no configura un escenario idéntico o similar al Bolivariano. Muchas de las medidas tomadas en esos países para desarrollar el mercado interno, como la expropiación petrolera, la gestión keynesiana, el impulso al consumo popular, el establecimiento de un amplio sector público, reforma agraria, etc. en nuestro país ya fueron transitadas y representan etapas de hecho ya superadas en el desarrollo capitalista. No se trataría de medidas progresistas sino de hecho reaccionarias, de volver la rueda de la historia económica atrás.

La burguesía plenamente desarrollada en México no está interesada, por muchas razones que abordaremos en un momento, en establecer una alianza con la clase obrera y los campesinos contra el imperialismo. De hecho procede en un sentido totalmente opuesto.

En medio de la crisis, merced a su ofensiva, la burguesía en nuestro país logró fabulosas ganancias. La burguesía lanzó a las fuerzas policiaco-militares para cancelar el derecho a huelga contra los mineros, los maestros, los electricistas, los pilotos y sobrecargos, etc. Gracias al sometimiento de estos poderosos sindicatos ha podido aplicar sin respuestas organizadas una línea que contempla los inmisericordes despidos de medio millón de trabajadores, el saqueo de las jubilaciones y pensiones, la aplicación de despidos sin responsabilidad para la patronal, la burla de todos los derechos laborales mediante la legalización del outsourcing, etc.

En esta línea de sacrificio de la clase obrera están de acuerdo todas las fuerzas políticas burguesas, todas las fuerzas con representación parlamentaria, lo mismo liberales que socialdemócratas de nuestro país.

Sin denunciar al responsable de todo esto, sin denunciar las relaciones de explotación capitalista, el PRD, López Obrador, se pone a predicar la versión de que es perfectamente posible llegar a un arreglo con los empresarios mediante el cual ellos “movidos por el amor” elevarán los salarios y los obreros “amorosamente” se someterán a sus dictados. Todos los problemas populares son achacados al gobierno conservador en turno. Por un lado se hacen tibias denuncias del TLC y por el otro lado se compromete a salvaguardarlo frente al embajador de EEUU en México. El colmo es que achacando todo a la gestión neoliberal no puede siquiera plantear una gestión alternativa pues su propuesta de gobierno incluye al neoliberal promotor de la privatización en educación, al neoliberal promotor de la “tolerancia cero” en seguridad, y directamente a un connotado oligarca para economía.

Para el que no esté convencido de que lo declaremos como un promotor de la conciliación de clases y de la anulación de su lucha, puede escuchar de la propia voz de López Obrador la entrevista que concedió al periódico La Jornada el 14 de Febrero. Ahí admite abiertamente que se organizó bajo su instrucción el plantón en la avenida reforma para evitar que el movimiento desbordara los marcos institucionales. En esa misma entrevista deplora que la rebelión en Egipto tomara formas violentas pues “solamente sirvió para que se implantara una junta militar”, a eso los comunistas respondemos que la violencia de la lucha de clases es la partera de los pueblos y que de ella, de los triunfos alcanzados cuando los oprimidos rompen sus cadenas se deben todos los avances sociales y conquistas de nuestros pueblos.

Si a pesar de ello a los comunistas mexicanos nos insistieran de todos modos en tejer una alianza con nuestra burguesía nacional en contra del imperialismo yanqui como una etapa previa a la lucha por el socialismo, honestamente tendríamos que preguntar ¿Cuál burguesía nacional? ¿La que monopoliza mediante 157 millones de dólares del grupo Claro y el grupo Bimbo el Paraguay? ¿La que mediante 716 millones de dólares de la embotelladora Arca, telefónica Claro, Mabe y otras expolia los obreros del Ecuador? ¿La que mata mineros en el Perú? ¿La que se suma a la cruzada contra la Venezuela Bolivariana en defensa de los intereses de CEMEX y BIMBO? En resumen, ¿Luchar para que nuestra burguesía imperialista se fortalezca?

México, planamente inserto en las relaciones imperialistas

El capital en México se halla plenamente inserto dentro de las relaciones imperialistas, prácticamente no hay rasgo del mercado interno o externo que no esté ligado por innumerables lazos al sistema imperialista mundial.

Un rasgo principal de la fase imperialista de desarrollo del capitalismo, como lo definió Lenin, es la exportación de capitales, que no solo existe sino se fortalece. De enero de 1995 a diciembre de 1997 la transferencia de activos por empresas y ciudadanos mexicanos al exterior sumó 6 mil 551.6 millones de dólares. Para efectos comparativos, por cada dólar de capital exportado por México entre 1995 y 1997 se exportaron 9 dólares entre enero de 2007 y diciembre de 2009. La magnitud del capital transferido al exterior en esos tres años superó ligeramente el ingreso de nueva inversión extranjera en los seis años precedentes, que fue de 56 mil 173.5 millones de dólares, según el Banco de México. Para el 2010 se convirtió en el segundo mayor receptor de inversiones del exterior, sólo detrás de Brasil y se colocó como el país latino con más inversiones en el exterior con una participación del 81%, seguido de Brasil. La burguesía mexicana tan solo en el último año colocó 53 mil 185 millones de dólares en América Latina y el Caribe para expolio de sus obreros y en general sus pueblos.

Es claro que con el grado de concentración y centralización se puede hablar sin error; y de hecho sin novedad, de la constitución de monopolios. Ya para el 2003 las 500 empresas más grandes en el país concentraban el 28.4% de la fuerza laboral. 100 empresarios individuales (que representan menos del 0.0001% de la población) estaban al mando de 149 de estas empresas, controlando el 43% del PIB de México, moviendo 4 de cada 10 pesos que existen en la economía mexicana. Como ejemplos 3 empresas de telecomunicación por aparatos celulares concentran 99% del espectro disponible, en la industria de los alimentos 4 empresas acaparan el 74.7% del total de las ventas, en la industria automotriz ya desde hace más de 10 años el 2% de las empresas concentraban el 75% de la producción, en el servicio del Internet de banda ancha una sola empresa controla 4/5 partes del mercado, las líneas férreas que sobreviven son controladas por dos empresas, de las 37 mil 500 empresas mexicanas que efectúan comercio exterior únicamente 400 generan más del 80 por ciento de las exportaciones. Se trata de una generalidad y no de casos aislados.

Al formalizar la venta de la banca en 1992 se aceleró la fusión del capital bancario e industrial y la formación de los grupos financieros, es decir en México existe y domina el capital financiero. De manera veloz estos 131 grupos pasaron a controlar el 100% de la banca comercial, 98% del mercado bursátil, 85% de las arrendadoras, 78.9% de la actividad de factoraje, 50% del mercado de seguros y 48% de las asociaciones de inversión. De hecho 4 gigantescos bancos ejercen su dominio sobre el 83% del mercado, atravesando con sus tentáculos innumerables operaciones industriales y comerciales.

¿Puede caracterizarse de otra manera las relaciones de producción en México?

Algunas fuerzas caracterizan de otra manera el desarrollo de las relaciones de producción capitalista en México atendiendo a rasgos de carácter secundario. Por ejemplo, no se caracteriza como capitalista el dominio que ejerce la burguesía sobre estos enormes medios en virtud del modo en que se apropiaron de los mismos, niegan su carácter por tratarse de despojos, entrega a costos risibles por parte del Estado, robo, etc. Ya el mismo Marx había explicado el papel que juega la acumulación originaria en la formación del capital, y como este proceso de hecho se repite constantemente. Independientemente del modo de apropiación este capital está utilizándose en un proceso de acumulación; acumulación que además se lleva a cabo utilizando la concentración y centralización que permite el dominio del mercado por parte de los monopolios.

En cuanto a las fuerzas políticas burguesas, atendiendo a su táctica, algunas admiten y otras niegan la realidad de la plena inserción de México en las relaciones imperialistas. Aquellos que por maniobra intentan ocultarla esgrimen confusamente como argumento la todavía amplia capa de pequeños burgueses y el impresionante número de las pequeñas y medianas empresas. La teoría marxista explica como la pequeña y mediana empresa cumple un papel dentro del capitalismo como pionera del progreso tecnológico, abriendo brecha en nuevos mercados y en nuevas ramas y posteriormente es destruida por el alza continua de la taza de producción y la composición orgánica de capital. La pequeña y mediana empresa constantemente es barrida por la crisis en este país, funcionando como un colchón para el desempleo que cada vez se contrae más. Las estadísticas muestran como rama a rama la pequeña producción también pasa a ser concentrada y lentamente, con avances y retrocesos, una proporción cada vez mayor de la pequeña burguesía se proletariza. Como ejemplo destacan las tiendas de autoservicio que en menos de una década pasó a dominar FEMSA-OXXO, los establecimientos de alimento también están en un evidente proceso de convertirse en una industria organizada.

Ya no abundaremos en las teorías de otras fuerzas políticas que hablan del carácter semifeudal de la estructura económica de nuestro país. Es claro que pueden existir regiones y casos particulares donde se combinen formas más retrogradas de relaciones de producción. Esto no afecta la generalidad como ya lo había explicado Marx en los Gründrisse y en bastantes cartas.

Dependencia e Interdependencia

Otro de los rasgos del imperialismo es la formación de asociaciones imperialistas internacionales. El capital en México está estructurado en el marco de estos arreglos y asociaciones. Destaca sobre todo el caso del TLCAN, con su correlato político-militar que es el Plan Mérida y el ASPAN (o TLC plus). Más del 80% de las exportaciones totales del 2008 de México tienen como destino a los EUA, de la misma manera que desde los EUA México obtiene el 74.8% de sus importaciones.

¿Puede hablarse con esto de una situación de colonia o de dependencia?

Quienes así lo afirman típicamente insisten en el fenómeno del reparto territorial del mundo bajo el imperialismo para aducir que México es colonia de los EUA, generalmente añaden a esto la noción de que la propiedad alguna vez controlada por el estado que servía a la burguesía fue “privatizada”, hablan de una entrega por parte de la burguesía nacional a la burguesía foránea.

Todo esto es inexacto, hay varios errores conceptuales en quienes así lo caracterizan y derivan de ahí una estrategia, una táctica y una política de alianzas.

En primer lugar, en la pirámide imperialista son complementarias las economías que ocupan una posición dominante, intermedia e inferior. Lo mismo que se establecía en el párrafo del TLC con relación a México aplica para los EUA, para ellos México era en 2008 su segundo destino de exportaciones y su tercera fuente de importaciones. Para mantener su economía andando los EUA depende en sus importaciones de petróleo en casi 1/5 parte de lo que le exporta México.

Por ejemplo, se habla mucho de la dependencia alimentaria de México con relación a los EUA y el caso dramático del maíz. Aunque esto es realmente cierto no deja de ser irónico que el principal productor de harina de maíz en el mercado de EUA sea Grupo GRUMA (Maseca), capital monopolista que tiene su asiento en México. Así se puede pasar revista a más ramas.

En segundo lugar, no puede reducirse a que México es expoliado por los EU al mismo tiempo que sus propios monopolios expolian a los trabajadores y los pueblos de otros países. Entre las 15 empresas que invierten mayor capital en América Latina encontramos a 6 con asiento en México: América Móvil, Cemex, FEMSA, Teléfonos de México, Grupo Bimbo, y Grupo Alfa. Estas y otras empresas mexicanas ejercen un dominio monopólico sobre ramas enteras en algunos países. Por ejemplo América Móvil en las telecomunicaciones de Centroamérica y Brasil, Cemex en el mercado del cemento hasta hace poco en Venezuela y en general en Latinoamérica, Gruma que domina hasta dos terceras partes del mercado de Centroamérica y hasta hace poco concentraba y especulaba con 1/3 parte del mercado venezolano, Bimbo con una participación similar en Centroamérica, Grupo México que controla gran parte del cobre del Perú, etc.

En tercer lugar, la distinción que se hace con respecto a burguesía nacional y foránea es forzada. La mayoría de las empresas y grupos financieros que dominan el mercado en México son asociaciones de capital foráneo y mexicano. Así sucede entre FEMSA y Heineken, Banamex y CITIBANK, América Móvil y TR Deals Insight,, etc.

En cuarto lugar, el principal acuerdo inter-imperialista en México; el TLC, si bien golpeo a numerosos industriales individuales de hecho preservó el interés de la burguesía en su conjunto, incluyendo a la burguesía del país.

En otros países el declive de Estados Unidos y el fortalecimiento de otras potencias, como China y Rusia, impulsa la formación de nuevos ejes y alianzas. En el caso de la burguesía mexicana su interés descansa en otro plan, consistente en aprovechar su ubicación geográfica y la plataforma del TLCAN, que en conjunto representa un acuerdo en los marcos del mercado más grande del mundo, con 25% del PIB global. A lo anterior le suma la formación de acuerdos más mudables de manera bilateral, en total 11 acuerdos comerciales con 43 naciones, lo cual le da acceso a más de mil millones de consumidores potenciales.

Prueba de esto es el desarrollo acelerado que mostró la acumulación de los principales grupos financieros. Las empresas que se encuentran actualmente bajo la égida de Carlos Slim (Telmex, América Móvil, Carso, Sanborns, etc.) al momento de la firma del tratado o se encontraban dispersas o ni siquiera figuraban en las estadísticas, para el 2008 su valor conjunto se había elevado a 60 mil millones de dólares. Solo analizando del 2004 al 2008, el capital de Grupo Azteca-Elektra pasó de 1.8 a 6.3 mil millones de dólares, Grupo México de menos de 1 a 7.3 mil millones de dólares, etc.

La generalidad es que de la mano de este y otros tratados las empresas más fuertes han podido ceñirse con menos trabas a la ley de la máxima ganancia, multiplicar muchas veces su capital y conquistar ramas de la producción más allá de las fronteras de México. Ya desde la época del manifiesto quedaba claro que el capital necesitaba extenderse a todas partes e invertir y acumularse con arreglo a la máxima ganancia y no a las potencialidades de cada país.

Sin embargo, igual error sería establecer que dichos acuerdos imperialistas son equitativos. En el desarrollo del imperialismo y del capital en general ejerce su influencia la ley del desarrollo desigual. Estos acuerdos se firman y se revisan atendiendo al poder de cada economía capitalista, tomando como base el poder de cada monopolio. Sin duda alguna el capital que ejerce supremacía es el norteamericano y a este le corresponde la mayor tajada del mercado. Todo esto explica por un lado la destrucción de la anterior base industrial del país, la transferencia de la propiedad y de los capitales, la búsqueda y promoción permanente que hace el Estado mexicano de inversión de capital extranjero; sobre todo destaca la banca, y por otro lado el fortalecimiento del capital nacional sobre todo en áreas de capital-intensivo; como son las telecomunicaciones.

Lo que nosotros afirmamos

Lo que nosotros afirmamos es que no sería un triunfo el que los capitalistas de nuestros países mantengan y eleven su cuota de ganancia. Ni es posible, ni corresponde a la clase obrera el buscar relaciones “más justas” para sus capitalistas en los marcos de acuerdos interestatales, no tiene esto diferencia alguna con buscar relaciones “más justas” para nuestros capitalistas sobre la base de sumarse a sus aventuras militares. No es nuestra lucha y de hecho nuestro interés es diametralmente opuesto.

De hecho, estamos de lo más interesados en que se debiliten nuestras burguesías, y en concentrar la capacidad de choque de nuestra clase, especialmente de sus sectores más decididos y avanzados, y sus aliados contra lo que quede de su capacidad de resistencia.

No es para nosotros un triunfo el que los capitalistas establezcan entre sí uniones militares, políticas y económicas que se traducirán en mejores condiciones para sojuzgarnos. Independientemente de algunos miembros excepcionales de estas alianzas, lo que predomina en las alianzas interestatales de nuestra región son las relaciones capitalistas en su fase imperialista y la competencia en el seno de las mismas entre sus diversos Estados miembros y sus diversos monopolios. Tan solo en el UNASUR, por ejemplo, predomina la fuerza militar de Colombia y Brasil ¿Alguien puede dudar del carácter que adoptará con esa predominancia ante rebeliones o insurgencias en nuestro continente? ¡Sí las burguesías de nuestro continente inevitablemente se pelearán lo mejor es que no nos encuentren confundidos, lo mejor es que nos encuentren a los comunistas dispuestos a luchar al unísono contra ellas! No debe repetirse el carísimo error de prestar nuestra ayuda a las peligrosas aventuras de nuestras burguesías, como en la primera guerra mundial. Pese a ello hoy escuchamos al PCdoB declarando al eje de los BRIC (Brasil, Rusia, India y China que luchan por una mayor porción del mercado mundial para sus monopolios) como una “conquista de la lucha popular”.

El dilema no debe ser elegir si nutrimos a la barbarie doméstica o foránea. ¿Acaso hemos de arrastrar una o dos generaciones más bajo las consignas de la burguesía siempre pérfida y traidora de nuestro continente? ¡Mas sudor, más sangre! ¡Hasta el último centímetro de pelleja proletaria debe ser entregado! ¡Obrero, debes romper el plato del cual come tu familia y darle a los monopolios la mitad o más!

La solución de nuestros problemas no se halla en ninguna alianza entre capitales, en ninguna gestión de capitalismo, se halla de hecho en su derrocamiento.

Sabemos que para conseguir una coordinación a nivel de programa y estrategia entre los Partidos Comunistas de la región son necesarios más intercambios y más debates, el avanzar en acciones comunes, etc. Insistiremos en ello, levantamos la cuestión, hoy es nuestro deber hacer todo lo posible para fortalecer los Partidos Comunistas.

En tiempos de hundimiento social y del peligro de guerras inter-imperialistas un programa y una estrategia común para el derrocamiento de nuestras burguesías es lo que está a la orden del día. La lucha por el poder obrero es lo que está a la orden del día. El Partido revolucionario organizado por centros de trabajo es lo que está a la orden del día. Un Partido internacional, y en este caso su sección o estructura a escala continental es lo que está a la orden del día.

¡Vivan los 90 años del Partido Comunista Brasileño!

¡Viva el internacionalismo proletario!

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