La huelga masiva y sangrienta del 8 de marzo de 1857 de las trabajadoras de las industrias textiles de Nueva York, -exigiendo la aprobación de las jornadas de 10 horas diarias, la igualdad de remuneración entre hombres y mujeres y las condiciones de salud y seguridad en los lugares de trabajo-, fue brutalmente atacada por el gobierno y los empleadores, lo que motivó a la realización de la 2 ª Conferencia Internacional de las Mujeres Socialistas en Copenhague en 1910, -celebrada con la iniciativa de la gran comunista alemana Clara Zetkin -para pedir la celebración del 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujeres.
Este año celebramos el Día Internacional de la Mujer durante una profunda crisis capitalista mundial, que tiene múltiples facetas en el plano financiero, económico, social, laboral, ambiental y político. Esta profundización de la crisis capitalista se combina con el esfuerzo de la burguesía para minimizar sus pérdidas transfiriendo la mayor carga para la clase obrera y las capas populares.
El desempleo femenino llega a más de 81 millones de mujeres. Más y más mujeres se emplean en relaciones de trabajo “flexibles”, trabajo a tiempo parcial, trabajo a través de agencias empleadoras. Hoy en día, las mujeres representan a la mayoría de la población pobre y analfabeta y millones de ellas no tienen acceso a educación, salud, alimentos, agua potable y otras necesidades básicas. Millones de mujeres carecen de protección para la maternidad, miles de mujeres mueren por el embarazo y falta de atención médica, millones de mujeres se ven obligadas a emigrar; millones son víctimas de la violencia, el abuso, la trata de personas y explotación sexual durante los conflictos armados e intervenciones militares. Una presión adicional sobre las mujeres se refiere a las implicaciones de la reducción, eliminación y privatización de los servicios sociales públicos. Esto tiene un impacto en la calidad del cuidado de los niños y el cuidado de los ancianos.
Los sindicatos tenemos una responsabilidad y un papel fundamental en el desarrollo de esfuerzos para promover la igualdad de género en el lugar de trabajo, en nuestros propios sindicatos, en nuestros respectivos países y a nivel mundial, no en apariencia para la igualdad de derechos, sino para la plena satisfacción de las necesidades contemporáneas de los hombres, las mujeres, la clase obrera y los sectores populares.
La FSM apoya a todos los que luchan por: un trabajo estable para todos con salarios decentes, medidas de protección para los desempleados, seguridad social y pensiones para todos, la licencia de maternidad y paternidad para todas las madres o padres con sueldo completo y derechos de seguridad social, sistemas de educación y salud públicos y gratuitos, sin las privatizaciones y la actividad de los monopolios. Guarderías públicas y gratuitas, centros de recreativos y de ocio y campamentos infantiles de verano.
La Federación Sindical Mundial reafirma su compromiso para apoyar estas luchas, que no terminarán hasta la eliminación de las condiciones que permiten la pobreza, la desigualdad y la explotación del hombre por el hombre en el sistema capitalista. Hacemos un llamado para reforzar la lucha, la unidad de clases y la solidaridad internacional. Hacemos un llamado a las mujeres trabajadoras para estar en la vanguardia de la lucha de clases. Hacemos un llamado a todos los sindicatos de orientación clasista a apoyar las iniciativas adoptadas por la Federación Sindical Mundial para la formación de un Comité Internacional de la Mujer con una acción rica a favor de los derechos de las mujeres trabajadores a nivel internacional.
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